No a la intervención!


Una gran amiga mía, madre reciente me escribió hace algunos días contándome lo impotente, rabiosa y dolorida que está con su círculo de familiares quienes no pierden oportunidad de hacerle comentarios desvalorizando e incluso enjuiciando su manera de criar y han llegado a “pasarle por encima” haciendo con su hij@ aquello que ella no quiere. Obviamente se siente insegura como madre, no sabe muy bien como abordar lo que le está sucediendo y en su sensación de inseguridad está empezando a valorar más lo que le dicen de afuera que lo que le dicta el corazón

Por situaciones de este estilo creo que hemos pasado todas en mayor o menor medida pero todas en algún momento de nuestra reciente maternidad cuando más frágiles y vulnerables estamos hemos recibido este tipo de intervenciones!

Así que más allá de lo que en le momento me surgió decirle a ella me siento con la necesidad de compartir mis reflexiones…

¿Pero quién carajos nos creemos para intervenir entre el vínculo madre-hij@? ¿Qué clase de autoridad moral creemos ostentar que nos autoriza a decir qué cómo, cuándo y dónde?

Llegamos como grandes sabedores a ilustrar con nuestro conocimiento, soberbios, arrogantes y con la idea además de con-vencer a esta nueva madre, como si el que ella hiciera lo mismo que hicimos nosotros validara nuestras elecciones… es que tan inseguros estamos de lo que decidimos que tenemos que ir encontrando “adeptos”?

En un momento donde además se están gestando como díada, donde se conocen y re-conocen por primera vez, construyen y nutren ese lenguaje primario y propio que los habrá de vincular de por vida… ¿quiénes somos nosotros para intervenir ese momento sagrado?

No nos digamos mentiras, no nos aceptemos engañarnos pensando que lanzamos toda la artillería pesada de consejos, recomendaciones y lecciones por el bien de la madre y el bien del niñ@, la intervención nunca es para beneficio del otr@. Lo que esa madre necesita es escucharse, reconocerse, descubrirse y para eso necesita silencio, tiempo y contacto con su bebé.  Y ese bebé lo que necesita es una madre que va descubriendo su voz interior y aprendiendo su lenguaje.

Cuando interferimos en el vínculo madre-hijo, atentamos contra el bebé y atentamos contra la madre. En vez de procurarle un ambiente cálido y protector a ese nuevo ser lo dejamos en manos de una madre insegura, rabiosa, frustrada.


Realmente creemos que diciéndole: “no! Así no se hace” o “noooooo! Ni se te ocurra” o contándole historias de trágicas consecuencias por hacer lo que ella está haciendo ¿vamos a fortalecerla?
Para nutrir a una madre reciente es necesario interactuar con ella, no juzgar sus decisiones, ni controlar sus acciones, tan solo dejarnos fluir a su lado. Comernos nuestras creencias y sobre todo nuestro ego, porque, en realidad no es nuestra voz ni nuestras convicciones las que aquí importan, por maravillosas y especiales que nosotros creamos que son, esas reservémoslas para la relación con nuestros hij@s. Aquí lo que verdaderamente importa es la construcción de ese universo único y particular, donde habrá todo lo bueno y todo lo no tan bueno, donde se regirán por “leyes” que ellos irán encontrando, lo que importa es esa mujer que se descubre madre (ayudémosla a asumirse y verse como tal, llenarla de juicios y críticas poco ayuda) y sobre todo ese bebé para quien su madre es el mundo entero.

Estoy convencida y pido un acto de fe para quien así no lo crea, que los padres decidimos guiados por el amor, tal vez un amor ignorante o inconsciente, pero no hay maldad. No conozco al primer padre/madre que quiera “lo peor” para sus hij@s. Y sobre los actos cotidianos… esa es otra historia ya que en ellos ponemos muchas veces nuestras impotencias, carencias, miedos y dolores, pero ahí tampoco hay maldad solo un niño interno maltratado y de eso no somos culpables somos responsables. Ayudémosle en ese caso a cuestionarse y replantearse las practicas de crianza, con amor y confianza en ella.

Si queremos plantear algunas cosas, compartir experiencias, sugerir algo, busquemos el momento para hablar con ella a solas y de manera respetuosa y amorosa, no le pasemos por encima “apropiándonos” del bebé como si tuviéramos alguna autoridad para decidir lo que es mejor para él.

No perdamos de vista que la interacción transforma, la intervención controla. ¿Desde dónde queremos vincularnos?

Por cierto! la ayuda no se negocia, se da. No ofrecemos nuestra ayuda a cambio de imponer nuestras creencias y prácticas, eso es manipulación y es ejercer un poder que no nos compete. Sino podemos sencillamente dar, entonces respetuosamente alejémonos!

Comentarios

  1. uhmmmm me encantó :)
    Que hartura de consejos no pedidos, parece que somos un blanco fácil.
    Te lo cojo uno de estos días para publicar en La casa de las mamás, con tu permiso :)

    ResponderEliminar
  2. Hola Raquel!! Cuándo quieras!!! es un gusto para mi y para eso están para compartirlos!!!

    ResponderEliminar
  3. Hola Violeta, he copiado unos párrafos de este estupendo artículo para ponerlos en mi blog.
    La verdad es que me ha encantado, felicidades!
    Pilar

    ResponderEliminar
  4. Hola Pilar!! Bienvenida! me alegra mucho tenerte por aqui!! Gracias por compartir!!!

    ResponderEliminar
  5. excelenteeeeee de verdad
    y como ayuda saber que no solo es a uno si no a todas

    Muchas gracias

    ResponderEliminar
  6. Lupita, bienvenida!!! qué alegría tenerte por aqui! Si, parece que desafortunadamente es lo más común del mundo... besos

    ResponderEliminar
  7. Hola! He entrado en tu blog a través de crianzaconamor. Me encanta lo que publicas, ya lo he mandado a familiares y amigos porque hay muchas cosas que me pasan y que reflejas tan bien! últimamente es con el temita de la ropita que me tiene bastante harta. Parece que mi pequeña de 3 años se tiene que poner lo que la abuela, padre, o quien sea, quiera. Yo nunca estuve de acuerdo y sigo defendiendo que ella elija lo que quiere, con algo de mi ayuda, por ejemplo, ayer quería ponerse un vestido de pleno verano sin mangas. Le dije que ok, pero se tenía que poner una camiseta debajo porque todavía hace frío. y así fue, con un vestido totalmente veraniego con calcetines y zapatos y una camiseta debajo. Preciosa estaba mi pequeña... pero tengo que lidiar con malas caras, comentarios sarcásticos o, incluso, que la pongan en contra de su hermano o primos, sobre todo la primita, a la que ella adora, pero como sigan así odiará. porque le regalaron un vaquero y ella nunca se quiere poner vaqueros. cuando se lo dieron puso cara rara y dijo que no lo quería y ¿qué se les ocurrió decirle a su abuela y su padre? que se lo iban a dar a su prima. Lo mejor, la respuesta de mi niña, "vale", y se quedó tan pancha! jajajaja. Gracias por tener este espacio. Un abrazo. Gabriela

    ResponderEliminar
  8. Gabriela!!!! bienvenida!!! que alegría que estés por aqui!!! me he divertido muchisimo con tu comentario, parece que estuvieras hablando de Kyara jajaja. Es un suerte para tu hija contar tu respaldo, su respuesta, ese "vale" habla de lo segura que se siente con respecto a tu amor y apoyo! que enorme tesoro!!!!

    besos enormes

    ResponderEliminar
  9. Violeta...Estoy aquí aficionada hoy de tu blog jejeje vaya es que este artículo lo necesité hace 2 años y 4 meses, sin embargo me sirve y sirve a varias persointas que conozco y se lo trasmitiré.

    Gracias

    ResponderEliminar
  10. AH! violeta haberte sabidos de vos antes!!! yo me sentia desdibujada en esa epoca, donde todos opinaban... sabes como me sentia? como una hoja de papel? seria ese el duelo de mi panza? yo creo que por eso amo a Pikler, porque el libro me dio mi propio libreto, entonces yo si era la que mas sabia...y aunque dudaron todos de mis locuras, hoy las personas mas cerradas del mundo me dicen...yo no creia en lo que decias pero realmente tiene una caracter divino. me encanta haberte descubierto, en realidad fue al reves, no? besos Lucre

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas más leidas

Dejemos las etiquetas para la ropa

Las madres brujas

El amor no es obsceno!

Pues si! lo disfruto!

Criar para la desobediencia

Me visitó Anónimo

Esta geografía tuya y mía

Violaciones cotidianas

Para quien escribo...

El amargo sabor del sutil maltrato