Dejemos las etiquetas para la ropa
Carolina llora, Carolina es una consentida llorona; Jaime pega, Jaime es un violento agresivo; Lucia no se quiere vestir, Lucia es una caprichosa y nadie puede con ella; Carlos esta siempre quietito y hace lo que se le dice, que bueno que es Carlos es un santo, si ni siquiera se le siente. Ahora bien, nos preguntamos por qué o mejor para qué Carolina llora, Jaime pega, Lucia no se quiere vestir y Carlos no se atreve a decir ni mu? No! Si es más fácil, mucho más fácil etiquetar la acción y no preguntarnos por la causa. Estamos tan acostumbrados a esta sociedad que ataca y controla los síntomas sin preguntarse jamás por la causa, tan habituados a que otr@s asuman las consecuencias de nuestros actos que para que tratar de averiguar, para que ir más allá de lo que creemos saber… Poner etiquetas es en una de las (tantas) formas que hemos desarrollado l@s adult@s “responsables” para no hacernos cargo de lo que nos compete, para no tener que revisarnos a nosotr@s y así poner el problema
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