Los cimientos sobre los que nos erigimos
Dicen que nos gestamos humanos
junto al fuego, al calor de las historias y leyendas que noche tras noche íbamos tejiendo
y escuchando, esos primeros sonidos que fueron dando paso a un lenguaje complejo,
rico y sobre todo reflejo de quienes somos y de quienes queremos ser. Dicen
también que somos la sociedad que somos porque tenemos el lenguaje que tenemos,
los mitos que nos sostienen y nutren y las palabras que fuimos llenando de
sentido.
Ser madres y ser hijxs, los
modelos del vínculo que consideramos normal y natural en el patriarcado son obviamente construcciones culturales, que
como todo paradigma se sostienen en las creencias y se nutren de supuestos y
mitos que no acompañan, repetidos hasta el cansancio, transmitidos de
generación en generación…
Como hijxs crecemos escuchando
sobre el complejo de Edipo, los enormes riesgos de enamorarte de tu madre, los
estragos y el castigo que eso puede acarrear, la vida de tu madre, la ceguera
autoimpuesta…. Qué interesante! Edipo
decide sacarse los ojos, decide perder la vista antes que animarse a ver la
verdadera herida por la que se le va la vida, el crimen que su madre/amada ha
perpetrado, que no es enamorarse de él como mujer, sino no haberlo hecho como madre.
Yocasta tiene en sus manos el futuro de toda una especie, la gran disyuntiva a
la que una y otra vez, generación tras generación las madres que vivimos bajo
en patriarcado nos vemos enfrentadas y por la que tanto nos reprimen, drogan y
maltratan la de entregar a nuestros hijxs a la voluntad del padre (patriarcado)
o amarlos entrañablemente y salvarlos de la muerte (la real y la emocional) y
ganarlos para la vida, el placer y la paz. Yocasta, digna hija del patriarcado
elige y manda a la muerte a su criatura para salvar al padre, al hombre que la
posee y así pone en marcha siglos de dominación, sumisión y guerras fratricidas.
Sin embargo hay un hecho
maravilloso en esta historia, en el que se esconde el gran miedo y peligro para
el patriarcado, un dato sobre el que pocas teorías escribimos y en el que sin
embargo reside la gran verdad de esta historia, que pasa desapercibido porque
lo leemos desde la moral y no desde la biología, un hijx nace diseñado para
enamorar y enamorase de su madre, es en el calor de ese amor y deseo que
garantiza su supervivencia, y la madre entrañable, la que respira y existe a
pesar de la madre frígida está también diseñada para responder a ese amor que
es todo deseo, placer y fusión y así convertirse en regazo, nutrición
constante, mimos, cuidados, dulzura y bienestar… pasan los años, se impone la
distancia física y emocional y aún así Yocasta
y Edipo se encuentran y se enamoran entrañablemente, loca y perdidamente a ojos
de esta sociedad, un amor prohibido que no entiende ni de razones, ni de
conveniencias, ni distancias, un amor profundo que solo es y existe porque esos
dos seres son madre y criatura.
Como madres nos han impuesto a la
virgen como modelo a seguir, la gran madre, la abnegada, la sacrificada, la que
ama con el corazón y la cabeza, ella tan pura, tan bondadosa, con esa aura de majestuosidad,
tan valiente para aceptar el “destino” de su hijx, pero en realidad la virgen María
resume a la madre patriarcal, la madre frígida. Una mujer obligada a la
maternidad por orden divino, sin siquiera poseer el deseo y el placer del sexo
que pudo llevarla a gestar, su
cuerpo posesión de otrxs que eligen y
deciden, ella pierde la calidad de sujeto y pasa a ser tan solo un envase, un
receptáculo de la vida que otrxs han decidido, su cuerpo al servicio del
patriarcado, de la procreación como mandato y destino de vida por posesión de
útero y luego… luego la historia, la moraleja se pone mejor, una madre que
entrega a su hijo al sacrificio impuesto por el Padre, un sacrificio que encima
resulta caprichoso, cruel y sumamente violento, pero ella estoica, frígida y consciente
de su lugar tan solo se postra a los pies de la cruz y llora su destino, sin
preguntas, sin cuestionamientos, es la voluntad del padre y la entrega de la
madre
Con ellas muere la maternidad deseada
y deseante, la que palpita en el útero, la que solo sabe de placer y bienestar,
la que se pone del lado de la criatura, de la vida, la que no sabe de “es por
tu propio bien”.
Yocasta y María son los pilares de
un sistema cruel y fratricida, toda una
cultura, una civilización construida sobre el crimen y la entrega de la madre.
El patriarcado tiene la rara y compleja característica de ser perpetuado por
aquellas a quienes más reprime y mutila…
Y Edipo y Jesús dos hijos, dos
crías entregados por sus madres a la voluntad del padre, para que éste reine y
viva, dos hijxs que nos representan a todxs, mutilados y asesinados a manos del
patriarcado y que mansamente aceptan su
destino y el sacrificio que de ellos espera la supremacía del padre (y que la
madre consiente).
Excelente!
ResponderEliminarMe emocionó el desenlace de tu escrito.
ResponderEliminarGracias por recordar que las historias son solo eso.
Saludos