Se fea y se tuya por siempre
¿Soy linda mamá? La pregunta me erizó, me puso completamente alerta, un nudo apretado apareció en mi estómago y ese sabor amargo tan conocido subió por mi garganta. Ante mi silencio, tomó la delantera y dijo: claro que soy linda… y yo, no se que es peor, si la pregunta o la aparente certeza.
Ph: "Portraits behind the Canvas" Luca Pierro |
Desde que somos bebés, las mujeres somos sometidas a complejos mecanismos de control y dominación y nuestros cuerpos mansos se transforman en objetos del poder y deseo de otros. Y la belleza, que nunca es estética, siempre es política, es uno de los mecanismos de depredación sobre nosotras que más profundo se entierra y con cada "ritual de (tortura) belleza", cada restricción, cada dieta, cada segundo de nuestro día dedicada a ella, cada milímetro de energía y recurso puesta en alcanzarla nos roban la dignidad, el bienestar, el placer y la vida.
Ser linda es domar y mutilar nuestros cuerpos, al precio que sea (dietas, operaciones, intervenciones agresivas y sobre todo odio constante y encarnizado hacia ti misma y tu cuerpo) para alcanzar estereotipos a los que nunca, sin importar lo que hagamos vamos a llegar, porque belleza es todo menos lo que somos en realidad. No hay un lugar al que llegar y de hecho no se trata de eso, sino del camino de sumisión, control y daño al que se nos expone, no nos quieren bellas, nos quieren esclavas.
La belleza es ese discurso social a través del cual se nos enseña a las mujeres lo poco que valemos y se hace carne el desprecio y desvalorización por nuestro bienestar, nuestra dignidad y nuetsro placer. La belleza nos dice insistentemente que no estamos a la altura, que no merecemos, que somos descartables y sustituibles. Ser linda es darle todo el poder a otros y quedarte sin nada, aprender a mirarte con recelo y desconfianza. Ser linda es aprender a odiarte.
Los rituales de (tortura) belleza, las largas horas frente al espejo mirándonos con odio, los consejos que nos pasamos unas a otras para que el sacrificio sea más tolerable, para que el proceso de dañarnos para ser hermosas, desaparecer para ser deseables sea un tortura que pase desapercibida son un signo inequívoco de nuestra opresión. La belleza es un arma cargada que aprendemos a disparar sobre nosotras mismas.
Y yo la miro jugar frente al espejo y sé que irremediablemente algún día ahí librará una batalla campal descarnada, mientras la sociedad que la entrenó para odiarse la desprecia aún más exigiendole que se ame. Y quisiera poder mirarla a los ojos y decirle: se fea hija y gracias a eso se siempre tuya.
Comentarios
Publicar un comentario